El Primer año, doctor; el segundo, licenciado; el tercero, bachiller, y el cuarto, asno.
Tal es el proceso involutivo de los que, una vez concluidos sus estudios, no vuelven a abrir un solo libro.
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El Pan, con ojos; el queso, sin ojos; el vino, que salte a los ojos.
Literalmente indica las características que ha de tener cada uno de estos productos para ser considerados óptimos. Y, en general, también se dice cuando se quiere dar a entender que a determinada cosa, para ser perfecta, le falta algo.
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Las Letras, del estudioso; las riquezas, del solícito; el mandar, del presuntuoso, y el cielo, del devoto.
Enseña que cada trabajo tiene una recompensa, como cada comportamiento su correspondiente fruto.
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El Hombre es fuego; la mujer, estopa; llega el diablo y sopla.
Señala el riesgo del trato frecuente entre dos personas de diferente sexo, habida cuenta de la debilidad humana.
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De quince a veinte, que venga, tenga y convenga; de veinte a veinticinco, que venga y tenga, aunque no convenga; de veinticinco a treinta, que venga, tenga o no tenga, y convenga o no convenga.
A este parámetro se ajusta -dice- la ambición de la mujer soltera conforme al paso declinante de los años.
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