Significado
Enseña que el exterior muchas veces no se corresponde con el interior. Se cree que este refrán tiene su origen en la época en que los monjes solían vestir de gala, como San Norberto y San Bernardo, que usaban yelmo y espuelas doradas, y por ello ofrecían más bien el aspecto de caballeros que el de eclesiásticos. Por eso advierte también otro refrán: Aunque vestido de lana, no soy borrego.
Términos
Literales: hábito no hace, monje ().