Significado
Así aquel fraile, a quien maltrataba un día en la calle cierto hijo de su madre. Fiel observante del Evangelio, el tonsurado soportó impávido el primer bofetón y, con igual mansedumbre, ofreció al rufián la otra mejilla; mas no bien hecho esto, dijo, vibrante: «Hasta aquí, el Evangelio. Ahora, mi turno.» Y, zis, zas, con dos certeros uppercuts, abatió, entre aplausos, al camorrista.
Términos
Literales: obedece, bien parece.